La propia
de los buenos espantapájaros es el peor castigo que se les otorgaba a los
hombres que traicionaban la confianza del terrateniente Edmundo Cruzado. No
había diferencia si le robaban un alfiler o una camionada de trigo, el castigo
caía sobre todos, sin discriminar...
—Supongo
que me están observando a lo lejos mientras converso contigo, ¿no es así?
—No
sabes lo bien que se movía tu hermana, sucio bastardo —exclamó el hombre
crucificado en medio del trigal.
—Eso
no sabía, ella nunca nos contó aquello... Acabas de ponerle fin a tu
vida.
Los
halcones hambrientos del terrateniente hicieron justicia.
Eusoj Sargav
Microrelato de 100 palabras
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