martes, 8 de agosto de 2023

Flamenco rojo

 

La esperanza se pierde,

¿Respira?

A Rubén no le cabía ni un solo grano de arroz más, estaba más que satisfecho, estaba tan lleno de comida que si le abrían la barriga podrían darle de comer a todo un distrito por días, era la persona de la que un caníbal estaría con ganas de mostrarle su amor así como el pishtaco [i]se volvería millonario. De no haber sido por el pequeño impase que tuvo con el mozo que lo atendía, habría definido a su día como bueno.

—Trabajo para comer y comer —se le agitaba la papada al indignado comensal—, para invitarte a los mejores restaurantes, también para irnos de viaje a donde quieras, comprarte los regalos que me pidas, pues yo soy quien te puede cumplir todos los deseos y lo hago con mucho cariño, pero este tipejo no venía para atendernos sino por ti y no lo permitiré.

Su acompañante bostezaba esperando a que el señor que tenía al lado termine de comer, pero era una retahíla de platos, era una escena tan obscena como repulsiva. Se aburría de escuchar lo que decía su billetera viviente, pero disimulaba el bostezo con un abanico español color rojo y con la silueta de un grácil flamenco reposando sobre una sola pata. Le aburría cada discurso de este patán, pero optó por mostrar una leve mueca de satisfacción, pues pensaba que tenía que expresar algo. Lo que sea, menos asco.

—Tranquilo, gordito, tú sabes bien que todos se mueren por mí ¿Acaso tú no? —la mujer le clavaba una mirada que exigía silencio y que también recriminaba—, dime, ¿tú no? Pensé que sí, pero parece que no te intereso —se mortificaba la chica del abanico. Tras esto fue a mojarse la cara al baño y a maquillarse nuevamente.

El mozo seguía rondando por la mesa como una molesta mosca y de rato en rato miraba al hombre sentado, agotado de tanto comer que ya tenía sueño y al pasadizo del baño por donde saldría la chica. En tanto la acompañante, desde el pasillo que daba a los servicios higiénicos, le hacía señas al mozo para que se le acerque.

Tras unos minutos que a lo mejor fueron horas, Rubén despertó en un basural, alejado de su oficina de destacado miembro del directorio de uno de los bancos más importantes de Perú del cual estaba a punto de jubilarse para vivir la vida; sin Esperanza, la mujer que lo acompañaba a todos lados y que probablemente ya habría encontrado todo el dinero que guardaba bajo su colchón (otro colchón de dinero), estaría en su lujoso departamento ubicado en el último piso de un hermoso edificio—que por seguridad prefiero no rebelar cómo se llama); sin su celular de última generación que usaba para colocar las alarmas del día a día y hacer y recibir llamadas a diario, sin su elegante traje italiano. Rubén no dejaba de hiperventilar, avergonzado por su mórbida apariencia desnuda prefirió ocultarse entre la basura y desperdicios de comida pensando en lo tonto que fue al dejar a su familia, en creer que era querido por Esperanza, en imaginar que podía hacer algo por sí mismo sin la ayuda de sus asistentes. El dolor en el pecho incrementaba y el oxígeno dejó de llegar al cerebro.

 

 

Ilustración digital realizada por @Eusooj_



Eusoj Sargav

[i] Pishtaco: El pishtaco o pishtakuq, conocido en algunos lugares de los andes como Kharisiri, es un personaje denotado como un "degollador" que saca la grasa de sus víctimas para venderla, así como su carne fresca en forma de chicharrones.(Wikipedia)

viernes, 4 de agosto de 2023

1943 d.d.i.a.

            El viaje que lo cambió todo, curiosamente no fue un viaje a otra ciudad, sin maletas, tampoco al desierto, pero la sed era implacable. Se trataba de un tipo con la brújula al revés y con una venda en los ojos. Caminaba sin mirar hacia atrás a pesar que las voces del futuro lo llamaban, el desconcierto incrementaba a cada paso que daba.

—¿Qué le sucede?— preguntó el niño a su dispositivo humanoide.

Es un conocimiento que escapa a lo inorgánico, al concepto espacial y temporal, incluso suficiente para cada procesador de su maquinaria del futuro que apareció en un ahora de algún momento.

—Está desorientado —El humanoide se mostraba desconcertado y extrañado, le era familiar. Algo que no le sorprende mucho, pues posee la data de cada humano existente ¿Pero quién era aquel?— quédate un momento aquí y no mires nada.

Para asegurarse, el androide deshabilitó los artefactos que iban conectados al petizo para que vuelva a ser infante, con una comprensión limitada de las lecturas del juego de cartas en este póker post apocalíptico en el que se vive, un juego serio de pocas cartas y abundante escasez donde se tiene que jugar hasta la última ficha o gota vital. Estas condiciones aplican tanto como para humanos y androides de tercera clase, aquellos quienes no partieron hacia otros destinos, pues la tierra era prácticamente inhabitable para los humanos que decidieron seguir siendo orgánicos. Se movió con su primitivo y desperfecto andar hasta llegar donde se encontraba tumbado el sujeto que se arrastraba sin rumbo como una lombriz robótica, como una mierda.

—¿Quién eres?— fue lo que se llegó a entender por parte del viajero.

—Soy un prototipo fallido de individuo, puedes llamarme Júpiter.

—Bien, Júpiter, qué bueno. No me interesa saber qué es lo que seas porque yo lo sé todo, lo he vivido por lo menos cien veces, mis apuros son mayores a cualquier realidad circundante. Como verás estoy viajando a donde haya guerra, ¿por dónde voy?

—No tiene sentido lo que dices, la guerra en el planeta concluyó hace ya treinta y seis años tras la desaparición de absolutamente de todos los países del hemisferio norte, ¿por qué querrías revivir los horrores?

—Veo que no me entiendes, vengo del 1943, viejo, lo tengo en mi lengua alcalina y me esperan al otro lado. Ya no puedo seguir aquí.

—Sigo sin entender, amigo psiconauta, veo que llevas más problemas que lo que llamaban libros de matemática.

—Es que no sabes nada de mí, robot, no puedo seguir aquí, soy corresponsal de guerra y no sé otra cosa más que ir de campo de batalla a campo de batalla, esconderme entre las trincheras, amontonarme entre los cuerpos ya inertes. Ese soy yo, el hedor a rojo me llama.

— Asumiendo que sea cierto lo que dices, dirígete hacia la jungla, justo en el bar cerrado. Ahí hay un teletransportador abandonado, no puedo asegurarte que siga funcionando, pero lo usaban los mafiosos y traficantes para ir de negocio en negocio por todo el mundo. Solo recuerda cuál es el final de tantas teletransportaciones, a nivel molecular puede resultar fatal.

El chico seguía esperando a su compañero androide. Parecía que le hacía falta algo, ¿gracia? ¿vida? ¿humanidad? ¿inteligencia? No importa que fuese, seguía en la espera del androide ¿Si los humanos hubiesen sido siempre humanos se habría llego a esto? Se le veía algo aburrido y ahora el desorientado parecía aquel niño. El androide defectuoso decidió reactivar el sistema que asistía a aquel infante que cada vez que se reintegraba al sistema volvía a ser ese adulto malnacido que era, aquel que pisaba a los demás en su camino al castillo oculto en la jungla y amontonaba cuerpos que nadie sabía de dónde vendrían, posiblemente de 1943 d.d.i.a1  [i]¿Pero por qué? Solo Júpiter sabía la verdad absoluta, por eso la interrupción entre el flujo de los eventos lineales en el espacio-tiempo mierdero en el que se hallaba. El viaje, el sabor alcalino, la muerte, la tecnología, la resurrección y la bilocación atemporal podrían haber concluido en un agujero negro que se llevaría todo a su paso: a la paradoja, a la inteligencia artificial, a las montañas de cuerpos que apilaba en forma de pirámide aquel viajero de 1943, que aparecían cada vez que el niño dejaba de ser niño en el presente y volvía a ser el malnacido que era.



[i] D.d.i.a.: Después de la inteligencia artificial.







Eusoj Sargav


jueves, 10 de noviembre de 2022

Mamutte

Es la historia de un tipo que caminaba con nerviosismo y apuro; no sabía lo que es andar de mamut ni ir de mamut. Un día —que ya era de noche— iba a su andar apresurado y se topa con dos entes que no eran de su mundo, entes que andaban de mamut e iban de mamut. Solo atinó a sentarse en medio del desolado parque y observar sin consuelo la trayectoria de aquellas moles, de titanes con andar de mamut.




Eusoj Sargav

martes, 8 de noviembre de 2022

Recuerdos de un vago o un cuervo

En mi mundo mental

El vago

Recuerdo 

De un cuervo

Desmenuzando axones

Combustionados por las 

Previas subidas y bajadas posteriores,

De mis viajes y búsqueda de portales,

Pasaje, pasaje, pasaje, pasaje

Ya pagué, ya pagué.

¿Durmiendo sigo?

Ahora solo

Quiero no despertar

Y si lo hago 

Que sea entre

Siete chimeneas 

Y media 

Hora del ahora,

Ya bajo

Tu ombligo

Vivo, saboreo 

Y respiro el olvido imposible, 

La amnesia opcional

Cuatro estaciones 

De trenes no tan primaverales. 





Eusoj Sargav


jueves, 15 de septiembre de 2022

Marlowe en la carretera y otro largo adiós

No fueron los cereales

Ni los cigarrillos

En el desayuno, respiro,

Tampoco los panes al almuerzo

O el agua de grifo

Para seguir el viaje, sigo,

Pero sí el camino por donde 

No convergeríamos más.

Luego, asciendo.


Hoy en las alturas

De un cinco estrellas

Cien minutos, tal vez a doce

Segundos de cruzar el ventanal

No sé. Horas ahora

Solo pernocto como 

Pernocto solo, me fundo entre 

Coches enguyidos por la bastedad

Del largo adiós, muñeca

Philip Marlowe x femme fatale.



Fotografía: Josué Vargas Plasencia



Eusoj Sargav

jueves, 8 de septiembre de 2022

Pétalos

 El severo alguacil se asegura que la estadía del condenado sea cómoda, pues se compadece de la situación del desgraciado. Solo la aventura podrá liberarlo, la ilusión atraparlo. 

Los pétalos de la más hermosa flor estaban en sus manos muy a gusto, el frío que nos rodea era parte nuestra, pero la calidez de la luna derretía al sol, en ella su reflejo. Balbuceos de un preso, era más poeta que culpable o culpable por poeta. De un gesto amable tocó el raso de un pétalo y el reflejo se apagaba a pausa y a tiempo. En sus manos muy a gusto, el frío que nos rodea era parte nuestra, pero la...

Así sonó en la ventana del condenado, con cada uno de los pétalos de su flor. 

Una vez en el juzgado ampliaron la condena a un año, tal vez más sea el vuelo desde prisión, dependía de su sinceridad, y, en lugar de negar su crímen, reafirmó que no volvió a ser el mismo después de salir con ella —con la flor—, que se va pétalo a pétalo tras un frío que puede extinguirse sólo si la corte decide que no sea un crímen lo que el reo empezaba a sentir.






Dengue 🇲🇽

Eusoj Sargav 🇵🇪

jueves, 1 de septiembre de 2022

El tren que cae

Viene de luces encendidas, de chillido y humo en el andar. Le veo con la verdad que mis pies caminan sobre su vía. No sé si me encuentro de frente, no sé si le veré pasar. Me estanco en las piedras y el suelo tiembla. Y no es extraño, las últimas gotas de cascada que alimentan mi alma se tornaron en sendos océanos, todos cayendo uno tras otro como botellas y bohemios, fugaces pasajeros del tiempo que la vida les da o les quita. Ahora los océanos que caían sobre mí se condensaron en la forma de un perro que descansa, descansa como se sienta y se siente como la ausencia de su presencia...



Fotografía: Josué Vargas Plasencia


Dengue 🇲🇽

Eusoj Sargav 🇵🇪





rv

Flamenco rojo

  La esperanza se pierde, ¿Respira? A Rubén no le cabía ni un solo grano de arroz más, estaba más que satisfecho, estaba tan lleno de co...