jueves, 9 de mayo de 2019

Reuniones y reuniones


“…Quererse no tiene horario, ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan…”
Los Corraleros de Majagual

Y ahí estaba, tan bella como siempre con sus ojos verdes y sus labios rosas, caminando acompañada de dos pequeños niños y un adefesio que la besaba, ¿qué pasó Violeta? ¿Es que no pudiste conseguir algo mejor?
—¿Qué esperas, Lisandro? ¿No es ella, Violeta, tu primer amor?
—Cierto, huevón ¿Y ahora qué hago? —exclamaba embargado de la emoción propia de un colegial.
—Calichín, no me preguntes más, bájate de la patrulla y dale tu número. Yo detendré al carro en el que subirán y le pediré los papeles a su marido.
—Gracias, compadre, te debo una. Que Selene nunca se entere de esto, ¿me entiendes? ¡¿Me entiendes?!
—Déjamelo todo a mí, a tu maestro.
—Jajaja, calla idiota.


—George, creo que el señor oficial nos está indicando que detengamos el auto.
—Parece que sí, mi amor. Veré que desea —decía con desgano el marido.

—Buenos días, señor oficial, qué se le ofrece —preguntaba George con una falsa amabilidad.
—Buenos días. Papeles por favor…ya sabe, cosas de rutina.
—Aquí los tiene, señor —acercándole dichos documentos al policía.
—Señor, necesito que baje del auto, hay unas cosas que quisiera preguntarle.
El hombre, nervioso, bajó del auto dispuesto a arreglar el asunto —de la mejor manera, llevándose la mano al bolsillo trasero del pantalón— con el señor policía.
Mientras tanto, Lisandro se acercó sigilosamente a la ventana del auto en la que se encontraba sentada Violeta, dejándole una tarjeta a la preocupada mujer, quien se sorprendió al verlo. No hizo más que aguantar las ganas locas de bajar del auto y dejar todo atrás para irse con él.


—Violeta, amor, ¿no vendrás a casa temprano?
—No, cariño, recuerda que hoy tenía una reunión de reencuentro con las chicas del colegio. Te estaré llamando ante cualquier eventualidad.
—Ah, pero por supuesto. No te preocupes y diviértete.
—Ya sabes, cuidas a los niños y los haces dormir.


—¿Por qué no vienes aún a casa, amor?
—Hola, mi cielo. Lo que pasa es que hoy es mi deber reunirme con el coronel Hernández en el club para discutir sobre el tema del asenso que te comenté. Esperemos que no pida mucho para "el favor".
—No te preocupes gordito, demórate todo lo que debas para que logras ese ansiado asenso que tanto tiempo buscabas. Y si has de gastar, hazlo. Después del asenso ganarás muchísimo más y seremos más felices.
—Gracias, siempre tan considerada tú. 


A la media hora la pareja de infieles sya se encontraba en la suite de un elegante hotel del distrito de San Isidro.
—Hola Violeta. Sigues siendo tan hermosa como hace veintiséis años, ¿qué le dijiste al fracasado de tu esposo?
—Que me reuniría con unas amigas de la juventud, y se lo creyó —respondió con total frialdad, mirándolo con complicidad.
—Pobre baboso, no te merece —ambos rieron.
—No seas tan malo con él, Lisandrito. El hecho que haya aceptado tu invitación no te da el derecho de hablar así sobre él.
—No dije nada, no dije nada —reía el amante.
—¿Bueno, por dónde empezamos?
—Dime tú dónde empezamos y veré en dónde termino —proponía, provocador.
—Sigues siendo un cochino, por eso nunca te olvidé.
—Ni yo a ti. Pero una cosa... este encuentro será tan solo por esta vez...Te comenté que también soy un hombre casado.
—Yo también lo soy, como habrás visto. Pero ya sabes, este es nuestro destino.
—Ya no digas más que se nos acaba el tiempo —dándole un apasionado beso al mismo tiempo que se lanzaron a la cama.
—Extrañaba estos besos, esta intensidad… Te extrañé tanto, Lisandro.


A la siguiente semana, ambos tuvieron otra larga e importante reunión.







Eusoj Sargav

1 comentario:

  1. Es una gran realidad del siglo 21, lo escrito en términos de realidad concreta,me encanta como tus relatos son tan versátiles

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