Una vida disconforme vestida de
bata blanca buscaba desesperadamente vivos entre escombros y muertos, se
encontraba saltando de zonas de conflicto en zonas de conflicto ¿Qué es lo que
ella buscaba? ¿Por qué lo hacía?
Ariadna, tuvo una dura infancia
al crecer en zona de guerrillas —en algún lugar de América latina—. Había sido
una de las pocas sobrevivientes de un genocidio en alguna localidad, ya que
había ido a visitar a su familia materna junto a su madre y su pequeño hermano
menor. Al regresar del pueblo de su madre, torreones de humo negro se divisaban
camino a su pueblo: la pequeña localidad había sido arrasada junto a gente
inocente, el hedor a desesperación y sufrimiento era perceptible desde lejos,
los ecos de los fusiles furiosos retumbaban la cordillera. Fue un día
imborrable para la pequeña Ariadna, quien nunca más vería a su padre. Es así
como deciden viajar a la capital en búsqueda de una nueva vida, lejos del lugar
que les causaba tantos tristes recuerdos.
—¡Dra. Ariadna, un hombre está
muriendo desangrado, ya casi no le queda pulso! —exclamaba desesperadamente un
enfermero, tocándole la muñeca al soldado tendido en el suelo.
Las bombas asediaban los
alrededores de la zona neutral.
—¡Doctoraaa, me muero, me mueroooo!
—Gritaba de dolor otro hombre que, en efecto, murió al instante.
Cada vez llegaban más heridos en camillas,
arrastrándose como pudiesen, o agonizando.
—Doctora, venga rápido hay niños
heridos, uno ya perdió la vida…son trillizos.
Las aldeas contiguas fueron
arrasadas por ambos ejércitos. Memorias venían.
—Doctora, por favor, atienda a mi
marido, se está muriendo, una bomba le voló las piernas, ¡por favor, tenga
piedad! —lloraba la desconsolada mujer junto a su hija e hijo.
Recuerdos de un pasado olvidado azotaban
la memoria de Ariadna. Tal vez se sintió reflejada en la última escena, nunca
en sus quince años había visto tanta destrucción, sus compañeros de la Cruz
Roja habían sido tomado de rehenes, era la única doctora que quedaba en el
campamento, y no se abastecía para atender tanta tragedia retorciéndose,
gritando, muriéndose. Si no actuaba de inmediato, todos morirían y no salvaría
a nadie… pero había tanta gente a su alrededor que no sabía a quién salvar
primero.
Ariadna dejó todo en manos de los dos enfermeros que la
acompañaban, salió del campamento para tomar aire.
“La paz comienza con
una sonrisa”
Madre Teresa de Calcuta
Lo único que puedo hacer es
sonreír, así los salvaré de esta guerra sin tregua —pensó, haciendo cantar una
Colt Python 357[1]
dentro de su boca.
Eusoj Sargav
[1]
Colt Python 357, es un revólver de lujo sumamente poderoso. Dejó de ser
producida en el año 1999.
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