jueves, 23 de mayo de 2019

La sonrisa de Ariadna


Una vida disconforme vestida de bata blanca buscaba desesperadamente vivos entre escombros y muertos, se encontraba saltando de zonas de conflicto en zonas de conflicto ¿Qué es lo que ella buscaba? ¿Por qué lo hacía?

Ariadna, tuvo una dura infancia al crecer en zona de guerrillas —en algún lugar de América latina—. Había sido una de las pocas sobrevivientes de un genocidio en alguna localidad, ya que había ido a visitar a su familia materna junto a su madre y su pequeño hermano menor. Al regresar del pueblo de su madre, torreones de humo negro se divisaban camino a su pueblo: la pequeña localidad había sido arrasada junto a gente inocente, el hedor a desesperación y sufrimiento era perceptible desde lejos, los ecos de los fusiles furiosos retumbaban la cordillera. Fue un día imborrable para la pequeña Ariadna, quien nunca más vería a su padre. Es así como deciden viajar a la capital en búsqueda de una nueva vida, lejos del lugar que les causaba tantos tristes recuerdos.

—¡Dra. Ariadna, un hombre está muriendo desangrado, ya casi no le queda pulso! —exclamaba desesperadamente un enfermero, tocándole la muñeca al soldado tendido en el suelo.
Las bombas asediaban los alrededores de la zona neutral.
—¡Doctoraaa, me muero, me mueroooo! —Gritaba de dolor otro hombre que, en efecto, murió al instante.
Cada vez llegaban más heridos en camillas, arrastrándose como pudiesen, o agonizando.
—Doctora, venga rápido hay niños heridos, uno ya perdió la vida…son trillizos.
Las aldeas contiguas fueron arrasadas por ambos ejércitos. Memorias venían.
—Doctora, por favor, atienda a mi marido, se está muriendo, una bomba le voló las piernas, ¡por favor, tenga piedad! —lloraba la desconsolada mujer junto a su hija e hijo.
Recuerdos de un pasado olvidado azotaban la memoria de Ariadna. Tal vez se sintió reflejada en la última escena, nunca en sus quince años había visto tanta destrucción, sus compañeros de la Cruz Roja habían sido tomado de rehenes, era la única doctora que quedaba en el campamento, y no se abastecía para atender tanta tragedia retorciéndose, gritando, muriéndose. Si no actuaba de inmediato, todos morirían y no salvaría a nadie… pero había tanta gente a su alrededor que no sabía a quién salvar primero.
Ariadna dejó todo en manos de los dos enfermeros que la acompañaban, salió del campamento para tomar aire.

“La paz comienza con una sonrisa”
Madre Teresa de Calcuta

Lo único que puedo hacer es sonreír, así los salvaré de esta guerra sin tregua —pensó, haciendo cantar una Colt Python 357[1] dentro de su boca.




Eusoj Sargav




[1] Colt Python 357, es un revólver de lujo sumamente poderoso. Dejó de ser producida en el año 1999.

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