jueves, 31 de octubre de 2019

Boa noite, Condessa

Boa noite, Condessa.
Boa noite, vampiro.

El castillo de Chancay, maravilla arquitectónica, no muy lejana de Lima, tiene muchas historias. Todas falsas, muchas de ellas hablan de fantasmas, apariciones, etc. Hasta el día de hoy nadie sabe el horror que se vivió en una de las cuatro torres del castillo. Juré que nadie lo sabría, además, es una historia fantástica, ¿Quién me creería? ¿A quién le haría daño? Ya estoy harto de callar por más de setenta años de oscuridad, hastiado de vivir, ella no volverá, ¿o tal vez sí? …No lo sé.

—Mihai, dime qué te pasa, desde que regresaste de Rumania ya no me besas igual ¿Qué sucede contigo? —preguntaba la dulce Raiça, mujer de dulce mirada y figura esbelta.
—No sucede nada, Raiça, ando muy preocupado, los cultivos de las fincas ya no producen como antes, debo de encontrar algún especialista —respondía un tanto ofuscado el marido.
—Pero no deberías de tratarme así…
—Guarda silencio, será mejor que vayas a ayudar a los criados de la casa, tú eres como ellos, tienes la posición que tienes gracias a mí. Nunca lo olvides.
—Como usted diga señor… Ahora que lo mencionas, ¿no recuerdas aquel amigo tuyo del Perú que también es un importante hacendado?
—Sí, claro, Faustino Boggio, ¿qué tiene que ver el acá?
—Pensé que podría darte una mano, después de todo, fuiste tú quien le salvó la vida en Río de Janeiro hace unos años atrás…
—¡Tienes razón! Le enviaré una carta antes del fin de semana. Iré a trabajar, mujer —yéndose sin besar a su esposa una vez más.

La hermosa Raiça era una especie de rehén en la hacienda de Mihai, a pesar de que estaban casados, el hombre la seguía tratando no peor que a sus criados (quienes tenían miedo del salvajismo de ese bruto).

—Señorita Raiça, señorita Raiça, ¿por qué tan triste? —preguntaba la criada.
—No es nada Berenice, Mihai se ha vuelto muy malo, ya nada es como antes como cuando salía conmigo a la ciudad o cuando me llevaba a las cenas importantes, aunque me decía que nunca diga nada, al menos me llevaba. Ahora ya no, a diario me deja encerrada en el cuarto llorando. Fue una suerte que me haya mandado a ayudarles como la criada que soy y que siempre fui.
—No diga eso señorita Raiça, tal vez tiene problemas, es solo eso, o a lo mejor habrá conocido a una muchachita joven, pero no se preocupe que usted es la más bella de todo Río. Pronto el señor Mihai se dará cuenta que usted es un diamante, una perla y la volverá a querer.
—¡Ay Berenice, sin ti que haría! —y se echó a llorar en el hombro de la regordeta criada quien la abrazaba para calmarla.

A la semana siguiente una carta llegó, y resultó que era una invitación de Faustino Boggio, el hacendado que le daría la solución a Mihai. Pero la invitación no era cualquier invitación, era una invitación a un castillo —sí, un castillo, un castillo en Latinoamérica, como uno de Europa—, es así como Mihai decidió viajar hasta Perú para reunirse con el señor Boggio.

Al llegar desde el Aeropuerto Internacional Corongonhas de Sao Paulo al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en Lima; Mihai, Raiça y Ayrton, el criado de confianza, fueron recogidos por el mismísimo Faustino Boggio, quien los llevó hasta su castillo.

Tras llegar al castillo, Mihai y Raiça se hospedaron en una de las torres del castillo tras pedido de Mihai —quien se encontraba emocionado. Tras terminar de instalarse en la habitación, el hombre empezó a lamentarse de haber traído al viaje a su mujer porque esta le había pedido conocer juntos el castillo, mas no fue así, nuevamente fue encerrada en el cuarto, y se la pasó llorando.

Después de haber tenido una larga reunión con Faustino Biggio acerca del problema con sus tierras, allá en Brasil, Mihai regresó a la habitación y encontró a la dulce Raiça desmayada sobre la cama. Al no saber qué hacer, fue que llamó a su fiel criado Ayrton, quien ayudó a reanimar a la mujer.

—Amor, ¿ya te sientes mejor? —preguntó un preocupado Mihai, como nunca antes en su vida, mientras acariciaba suavemente la cabeza de su esposa.
—Sí, ya me siento mucho mejor, solo fue un desmayo, no hay nada de qué preocuparse —trató de sonreír la pobre muchacha, a quien a duras penas le salía ese hilo de voz para poder responder.
—¡Mañana mismo regresamos a Río, y no me importa lo que tenga que pagar!
—Gracias por ser tan considerado conmigo, hace mucho que no lo eras.
—Ya te expliqué, cariño, tenía muchos problemas con las tierras que ya no producían bien, disculpa si he sido malo contigo —luego de decir esto, la besó.
—Amor, tengo una noticia que darte, pensé decírtela antes de venir a Perú contigo.
—Entonces dime de qué trata Raiça, ya ni una noticia que reciba me puede parecer mala, si el mundo se acaba hoy, no me interesaría en absoluto.
—Estoy embarazada de ti ¡Tendremos un hijo o una hija, no sé, pero me haces muy feliz! —y lo abrazó.
—… —el hombre no decía nada, solo caminó hasta la ventana de la torre para observar quién sabe qué, tal vez a la luna llena que brillaba solemnemente sobre un cielo estrellado de Chancay.
—¿Por qué no me dices nada?
—Ven, abrázame amor, ¡yo también tengo una sorpresa para ti!

Del bolsillo trasero de su pantalón, el esposo sacó un puñal que atravesó el vientre de la mujer. Muchos gritos salieron de la habitación, la luna se tornó roja del horror, la puerta trataba de ser abierta desde afuera, Raiça no daba crédito a nada de lo que le sucedía.

—¿Crees que soy idiota? —murmuraba en el oído de su mujer que se aferraba al hombre— Cómo vas a salir embarazada si yo estuve en Rumania. Ya no importa saber quién fue el que te embarazó, de este castillo nadie saldrá vivo.

La puerta de gruesa madera se vino abajo detrás de las espaldas de Mihai, Faustino apuntaba a la cabeza de la mujer con una enorme y antigua pistola, mientras que Ayrton hacía reventar un pesado florero en la cabeza del hacendado limeño. Raiça sorprendentemente estaba de pie mientras destrozaba a mordiscos el cuello del hombre con del que se había enamorado y casado, la sangre brotaba a chorros del cuello del hombre quien seguía apuñalando a la joven, hasta que cesó.

Ambos cuerpos de los hacendados yacían en el suelo de piedra de la torre del castillo, Ayrton —en una esquina de la habitación—, le suplicaba de rodillas a esta endemoniada e irascible criatura de la noche que no lo mate a él, a lo que la vampira, se acerca hecha todo un mar de sangre y lo besa suavemente, para luego ir bajando hasta su cuello.

Pasaron un par de años desde aquel incidente, y fue así como el castillo de Chancay fue declarado en abandono porque decían que servía solo para que los más avezados delincuentes se escondan de la ley y torturen gente en las habitaciones.
Medio siglo después, un 31 de octubre del 2019, desde algún lugar de Brasil, un cibernauta que se hace llamar Vlad Tepes publicó en su blog esta historia.

—É assim como aconteceu a historia, né? // Es así como sucedió la historia, ¿no?
—Assim mesmo. // Así mismo.
—Está amanhecendo, é hora de descansar! // Ya está amaneciendo, mi ama, es hora de descansar!
—A historia foi maravilhosa. Eu adorei! // La historia fue maravillosa ¡Me encantó!
—Boa noite, Condessa Raiça, minha ama. // Buenas noches, Condesa Raiça, mi ama.
—Boa noite, Ayrton, meu vampiro. // Buenas noches, Ayrton, mi vampiro.





Eusoj Sargav









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