Si mal no recuerdo, ya era muy
tarde, tal vez 11 de la noche y la vieja me decía que la dejara sola porque
mucho la jodía y muchas otras cosas más que me decía entre lisuras, jijijís y jajajás.
Yo me cagaba de risa cada vez que la iba a ver, así era la viejita de linda. Al despedirme de ella, salí de su casa y vi desoladas las calles del barrio de Cinco Esquinas[1] por ser toque de queda, así que me apuré y bajé por Jirón Junín para llegar a mi casa. Quería darle una sorpresa a mi
esposa: un keke riquísimo que solo la canosa sabía preparar y me había dicho que se lo mande.
Del bolsillo del casacón saqué
un cigarrillo Premier rojo y le di curso, hasta que de un momento a otro sentí
que un carro me seguía despacito, o al menos esa era la impresión que tuve, y
pensé: “¡concha de su madre, no traje el revólver carajo! Viejo soy y por las huevas, ¡ya manqué!” Así que
seguí derechito nomas, sin voltear, o la cagada, ¿no? Cada vez el carro se
acercaba más a mí… Si me querían plomear, que lo hagan de una vez, este cuerpo
ya no servía como para meterse un pique de 400 metros, por lo que aceleré el
paso nomás y fue cuando escuché que el carro freno en seco. No volteé, lo que
tenía que pasar, tenía que pasar… Tarde o temprano moriría de alguna forma,
todas las noches se escuchaban explosiones a lo lejos, las torres de alta tensión
eran dinamitadas casi a diario, Tarata[2]
había quedado hecha mierda hace sólo cuatro días. Es decir, todos le debíamos
minutos a la muerte en esta época, quien se divertía jugando a los dados.
Para mi buena o mala suerte me
topé con dos milicos que estaban en una esquina, me aproximé y uno de ellos me
apuntó a la cabeza diciendo con voz de perro rabioso: “Enséñame tus papeles
mierda, o te quemo aquí mismo”. Así que obedecí presuroso, le mostré la libreta
electoral y le conté que era policía en retiro: Comandante Víctor Fuentes Huanca”
… Iba a seguir presentándome, pero vi que el cachaco le hizo una seña al otro con
la cabeza, y de la nada: ¡Paaaam!, el huevón casi me voló la cabeza de un
balazo que salió de su rifle y se escuchó a lo lejos el derrape llantas y un
carro empotrarse contra un poste de luz.
—¿Qué me mira así, comandante? Es mejor que siga su camino a
casa. Usted no ha visto nada. Ese huevón que ya está frío, era terruco. Sino no
se habría ido al vernos —dijo el más joven de los dos cachacos, quien sacó, coincidentemente un cigarrillo Premier —como el de los que yo tenía— y se lo empezó a fumar como si de matar el rato se tratase.
Cosas como esas pasaban a diario
en Lima: en esas épocas ochenteras y principios de los 90’s en la sierra, en
la selva... En todos lados.
Eusoj
Sargav
[1]
Cinco Esquinas; uno de los barrios
más tradicionales de la Lima antigua ubicada en el distrito de Barrios Altos.
[2]
El atentado de Tarata (16 de julio
del 1992), fue perpetrado en el distrito de Miraflores por parte del grupo terrorista
“Sendero Luminoso” ocasionando, según fuentes oficiales, 25 muertes.
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