Ella leía la carta mas no
entendía. Sus lágrimas teñían de rojo el solemne papel que se hallaba sobre la mesa de comedor que decía: «...fue un hombre valeroso que dio la vida por su nación cuando se le requirió... Puede acercarse a cobrar el cheque de indemnización en nuestras oficinas del Banco de la Nación antes de fin de mes. A quien corresponda... (este dinero no revivirá a su fallecido, pero puede usarlo para emprender un negocio o dedicarse a los vicios. Que tenga un buen día)».
Eusoj Sargav
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