jueves, 14 de marzo de 2019

Muerte y vida entre cenizas

Esta sensación calcinante me perseguía sin tregua, 
Donde paseaba los ojos, la gente ardía.
Nadie se salvaba, seguí, seguía buscando señales de vida en cada habitación de este hotel barato de Zvezdara.
Al llegar a lo más alto encontré lo que buscaba, a quien buscaba.
En esta odisea creada por un maldito pirómano, mis anhelos, sueños que no cumpliré, desfilaban...
Se evaporaban en forma de lágrimas. 
Siento que ardo, este fuego me sofoca,
pero aguantaré, la debo salvar.
Poco a poco todo se derrumba y solo se distinguen sombras borrosas en la habitación, 
No quedaba nadie, solo ella y yo, y la muerte ígnea que asechaba vestida de bestias cazadoras.

No sabría expresar qué habrá pensado aquel hombre en esos momentos.

—¡Hasta que por fin reaccionó, señorita!, escúcheme bien...Tome mi balón de oxígeno, corra hacia la ventana y sálvese, en breve se aproximará una escalera mecánica y la rescatarán.

Ella estaba en shock, no pronunciaba palabra alguna.

—¡Corre! !Sálvate! 
—No, no me mires así, eres joven y te queda mucho por vivir. Así que corre hasta la ventana y te salvas, yo iré detrás tuyo. Solo le pido algo señorita: no voltee a verme o se podrá tropezar —Claramente mis piernas están rotas, y no podía seguir más. Pero no se lo pensaba decir así muriese de dolor.

De pronto la mujer volteó, pero el valiente bombero le pidió que siga corriendo hacia la ventana.
Lo último que la mujer oyó fueron estas palabras que se apagaron entre las llamas y cenizas: 

Sálvese señorita...me oyó...salv... 

Una vez que la mujer ya estaba en buen recaudo, volteé al escuchar aquel ruido seco —El bombero había dejado de hablar.

Las demás unidades estaban por llegar a las calles Teodorina con Vladimira Ćorović, pero llegaron muy tarde, Javor, quien sería mi mentor, me engañó, no vino tras de mí.

Es así como yo, Natalya Roustova, me uní al cuerpo voluntario de bomberos serbio, y juro que emularé a Javor de ser necesario.




Eusoj Sargav

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