jueves, 13 de diciembre de 2018

Ven, volemos

Exhalo niebla,
La noche dentro de un vaso sin fondo,
Tu perfume desvaneciéndose en el viciado aire de estas cuatro paredes,
La puerta…portal de planos astrales, está abierta, un vórtex me absorbe para expectorarme a la calle: serenos, tumbos y rocíos me miran.
El cielo neutro escupe sobre mí. Alzo mi mentón hacia el espacio, abro las mandíbulas y me lleno con el ácido lisérgico que cae, se derrite la percepción mía, sonando todo... absolutamente todo muy amarillo - zumo de naranja,
Te busco y estabas en la otra orilla de la calle, tan lejancerca.
Un mar de brea nos separa,
Mis pies descalzos, excitados aún, me hablan en sánscrito. Les entiendo, ¡Sí! Es más, discutimos en arameo, en el artificial esperanto, y llegamos a un consenso: PARTIREMOS AL INSTANTE.
Tiendo a deslizarme hacia el negro océano, es sólido y áspero. Está congelado y sus dientes desiguales me intentan morder.
¡Pero está congelado! ¡Mierda! ¡Está congelado! ¡La nueva y última glaciación! Eran verdad las conspiraciones del doctor turquesa.
Es una pena, mis ojos lloran y mi boca ríe, mi nariz estornuda y mis oídos sangran… Todo está como tiene que ser, decía una marmota que vive en el segundo piso de mi cráneo.
Mis fauces jadeantes se descuelgan hasta llegar al piso, tú levitabas, brillaste y agitaste las ramas de mano en tu árbol antropomorfo,
Esta ruta diferente a la de Krebs no es el camino, ya no tengo energías, me arrastro cual gusano en este océano, clavo mis manos. Un momento, ¿estoy sangrando?
¡Gritas mi nombre y me maldices!
Sin preocupación alguna por el mañana, cortas tu yugular y la sangre la viertes en el vaso sin fondo donde estaba enroscada la noche. ¡Salud! ¡Brindemos! Sigues suspendida en esta atmósfera, y decides nadar por los aires y te lanzas sobre el barco fantasma.
Golpeaste mi madera, y pregunto —Hola, ¿quién eres? ¿Qué eres? — miro bien entre las comisuras de mis ventanas, eras tú. Ya no tuve que seguir haciendo el ridículo en el lecho marino. No me diste la rama de tu árbol antropomorfo, me diste tu otra mano, y volamos, volamos lejos, donde nadie nos encontró en esa cueva oculta. Allá, por las nubes.






Eusoj Sargav

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