jueves, 1 de agosto de 2019

El director

Leopoldo sabía que su madre salía con el director de su escuela, también era consciente que si aquel idilio se acababa, dejaría de estudiar en aquel colegio limeño de renombre en el que cursaba la secundaria desde hace cuatro años.

El sábado pasado, el osado y pícaro joven de buen porte, había salido con la hermana mayor de Giovanni Carbone, una bella joven de tal vez unos 23 años, a una fiesta de playa. Como era de esperarse, en aquella casa de playa la mayoría de asistentes eran mucho mayores que él. El trago corto y líneas de coca estaban al alcance de todos, los mozos se pasaban por la fiesta repartiéndolos a diestra y siniestra.
Todo iba bien, era la primera vez de Leopoldo en una fiesta de tanta monta y se comportó a la altura de las circunstancias hasta que encontró al director de su escuela besuqueándose con dos voluptuosas mujeres.

Leopoldo nunca supo cómo iba a hacer para desaparecer el cuerpo del director quién yacía en el suelo de la oficina de la dirección. Sus manos estaban manchadas de un rojo brillante y temblaban mientras sostenían el machete con el que su madre solía filetear pescado en su puesto de mercado en el que trabajaba.





Eusoj Sargav

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